
El primer día me levanto y voy a la cocina por mi "limonada salvadora" y me encuentro a mi madre con su café con leche y una hojaldra rellena de puré de manzana. Después de armarle un pequeño escándalo (ya que ella es la primera en insistirme que yo resista y baje de peso y no coma pendejadas) empezamos a consumir el brebaje reparador.
El día transcurrió tranquilo y en la tarde me fui a trabajar como todos los días. Mi sorpresa fue que al regresar, mi pobre madre se estaba retorciendo de dolor porque la limonada le estaba limpiando TODO el organismo. Tenía nauseas, muchas ganas de ir al baño y prácticamente no se podía mover. Así estuvo ayer y apenas hoy se levantó. Gracias a Dios, hoy estuvo como si nada hubiera sucedido.
Obviamente, juró no volver a beber la limonada y empezar a comer de una manera más saludable. Hoy se llevó su ensalada de frutas a la escuela.
Por mi parte, yo sí la sigo tomando (me sabe como a chelada) pero la combino con ensalada para no andar "pariendo chayotes" en el trabajo. Suficiente dolor de cabeza me da mi jefe.