La que no se haya sentido hinchada alguna vez no es mujer. Desafortunadamente la retención de líquidos es algo de lo que nosotras siempre sufriremos precisamente por nuestro género, por culpa de los estrógenos. Claro está, hay quienes tenemos más tendencia que otras.
La retención
de líquidos es uno de los factores ocultos del aumento
de peso, que se deja ver tanto en la báscula como en el espejo.
Pueden ocurrir tanto por el estilo de vida (sedentarismo), como por cambios hormonales (embarazo, menopausia, pre-menstruo),
desequilibrio en la ingesta de líquidos o enfermedades
importantes (cirrosis, insuficiencia cardiaca, hipertensión
arterial, cáncer, desnutrición, etc.).
Para combatir ésto, y como primera opción indudable, debemos reducir nuestro consumo de sal.
Lo mejor es seguir una dieta rica en verduras, hortalizas, fruta,
legumbres e hidratos de carbono complejos (pasta, arroz) y alimentos
ricos en potasio en general (chequen los primeros tres pisos de la pirámide alimentaria). Entre las verduras y hortalizas más
recomendadas se encuentran las patatas, el apio, el perejil, calabaza, tomate, calabacín,
berenjena, espárragos, setas y alcachofas. Y de las frutas
la más aconsejable es el plátano, por su alto contenido
en potasio. Por otro
lado, también es importante beber agua (aproximadamente
dos litros al día) y preferiblemente fuera de las comidas.