Ya veo la bola de corazones haciéndose polvo cada vez que esa temida frase es pronunciada.
Éste fenómeno se da por diferentes motivos, pero a nosotras nos concierne porque la mayoría hemos sido objeto de esta situación. Eso pasa porque muchas veces nos degradamos a nosotras mismas, porque no nos creemos capaces de ser atractivas ni de deslumbrar a alguien con nuestros atributos (sean físicos, intelectuales o emocionales). Y también porque, como siempre, nos gana la atracción por un reverendo y superfluo estúpido que no le importa más que remojar el bigote en el plato más caro, que no siempre es el mejor, o díganme cuántos de ustedes realmente han probado el caviar y lo prefieren ante unas deliciosas y bien rellenas enchiladas de mole.
Todas quieren a su príncipe azul, guapo, galante y con dinero, pero los príncipes no son como en los cuentos. Son seres perversos, vanos e infieles (revisen la historia universal). Ojo, no todos son iguales, pero los buenos partidos son realmente los que se preocupan por nosotras y nos dan lo más importante: amor y respeto. No digo que corran a casarse con el primer hombre que demuestre un desinteresado afecto, pero tampoco es bueno negarle a alguien la oportunidad de darse a conocer porque físicamente no es tan de nuestro agrado. Lo mismo pasa cuando a nosotras nos mandan por un tubo ¿Cierto?
Así que no hay que quejarse de que ¨todas las mujeres son unas zorras¨ o ¨todos los hombres son unos imbéciles¨ si seguimos intentando vernos finos tras un Ferrero Rocher, cuando a lo mejor nos satisfaría más meterle el dedo a un Duvalín... jejejejejejeje...
Ahí les dejo un videito para que se inspiren...
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